jueves, 14 de mayo de 2009

¡QUé NEVE QUÉ NEVE!

sí, extraño el invierno porque podía dormir tibiamente, como si estuviera junto a mí un cuerpo entregado al descanso y la compañia. La noche era más profunda, sin ruídos, los vecinos no golpeaban tanto el piso, ni se animaban a fornicar ruidosamente, pasaban tiempos largos abrazados. Mi mente era más ágil, los ojos más lentos, mis músculos se dejaban dominar por mis delgadas ropas de invierno. Siempre creí que odiaba el invierno por el exceso de ropa que tenía que ponerme al salir a caminar. Ahora la nieve es una asunto que me obsesiona. Camino por la grava simulando pisar la nieve, pienso que el sonido que tanto me agrada de mis pies sobre la grava es similar a pisar la nieve que desconozco.
Cuando esté sobre la nieve y llegue a un lugar límpio, bastará con exprimir unos limones, un chorrito de chamoy y azucar a un montículo en mi mano para comer un helado.
Pero es una lástima que la primavera ya se esté terminando, porque el verano será una tortura por estas tierras de gente que no olvida el frío aunque nunca haya nevado.

Nota: esta tarde lluvió tanto que minutos antes el cielo se puso como a las 8 de la noche. Granizó. Fue lo más cercano a la nieve.
Las bolitas rebotaban por todos lados.

1 comentario:

Marco Antonio Larios Q dijo...

Vaya. Bonito escrito. Me gustó: una foto relatada de esta ciudad que vive bajo tormentas y soles sin tiempo