sábado, 8 de noviembre de 2008

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Tus piernas conducen el sonido de mi voz.
Avanza mi mano firme con tu tierra en mi uñas,
y te ries sin pudor pensando en el porvenir.
Yo, por ejemplo, me callo dos o tres minutos,
invoco al espiritu de Chet Baker, y nos ponemos
a hablar mal de ti hasta al amanecer:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Parece que en esto de la poesía las distancias nos mantienen unidos...
Un abrazo
Rómulo