jueves, 5 de noviembre de 2009

Salida a Montauk

Para Ilse Amorós

Como la primera vez sin conocernos, vámonos de viaje una vez más, a ser al a ser al mismo tiempo otros junto a vegetaciones distantes, por carreteras que se despejan al final del invierno regalando a los ojos las verdaderas tonalidades de la nieve; vámonos una vez más porque existimos cuando un lugar nos es extraño: la piel se vuelve real en ese clima, los ojos se revisten de otra dermis. La mirada y nuestra piel detienen la edad precisa en que podemos desperdiciar el tiempo en las ciudades, caminar por calles que se abren como largos caminos rectos, sin un destino fijo pero que son útiles a los que son como nosotros y buscan salir para reconocer lo que permanece y huye, algo que finalmente viene con nosotros.

martes, 3 de noviembre de 2009

Cambium

Un nudo en la madera
somos
tonales cortes transversales
somos
frutos murados carbones
somos

nos ha pasado el tiempo
pero seguimos haciendo escaleras nuestras manos
para llegar a las copas de los árboles más viejos
los que entrarán a nuestra casa para marcar dinteles
dos mesas
tres libreros
una cama.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Cedros

Visito muy poco a la madre de mi padre, y cuando lo hago permanezco en su casa menos de treinta minutos porque nunca tenemos de qué hablar, nos quedamos callados mirando sus árboles viejos, árboles que están allí desde que ella recuerda haber llegado a vivir a ese lugar, incluso más viejos que la cocina vieja que sigue resistiendo las lluvias y los vientos a mitad de año. La mayoría de los árboles que están allí son cedros, pero también hay ceibas y brasiles; una colmena olvidada, una letrina abandonada, un lavadero de piedra, todo menos el arroyo son más jóvenes que los árboles en ese lugar. Mi padre dice que este diciembre cortarán los cedros, había olvidado que tienen más de sesenta años habitando ese lugar que es fresco en el verano, que es humedo todo el año. Sin los cedros no sería nada la casa de mi abuela.