jueves, 6 de junio de 2013

Louis Zukofsky: un poema

Voy a poner un ejemplo de un poema que siempre he querido escribir.




Las visitas*

En las montañas
los pinzones

son
cuatro sillas

dispuestas
en diagonal

ante la ventana
sobre cuyo alfeizar

los tomates maduran

desde arriba
sobre la
repisa
de la chimenea
el reloj

palpita

en la puerta
el prado
rueda
hacia el camino

delineado
de un lado por

una pared de piedra
el espacio
allí
la entrada al
jardín

una jamba de
rudbequia
una jamba de
manzano

el jardín
para lo que

vino
a la mesa
como hierba
o verde

o vid

una zona
segada luego enrollada

para los pinos
de doscientos años
las zarzas
los bosques
el a veces seco arroyo

por una vez rebosante
de
anhelos
de lluvias

y el matiz
del margen de la rosa

a cinco mil pies

la vista
desde la ventana

dos sillas
para los ocupantes

dos sillas
paradas
para las visitas
que siempre vuelven

****

The guests

In the mountains
the finches

are
four chairs

arranges
catty-corner

before the window
on whose sill

tomatoes ripen

from above
on the
chimmey
piece
the clock

ticks
down
at the door
the lawn
rolls
to the road

lined
one side by

rock wall
the space
in it
the gate to
the garden

a side post of
goldenglow
a side post of
apple tree

the garden
for what

came
to the table
as herb
or green

or vine

a mown
tract then rolled

to the two-hundred
year pines
the brambles
the woods
the sometime dry brooks

brimming for once
with
wished-for
raind

nd the range`s
rim rose

five thousand feet

the view
from the window
two chairs
for the occupants

two chairs
standing
for the ever-returning
guests.



*Traducción de Patricia Gola para unas notas de Louis Zukofsky (1905-1978) sobre poesía: "Declaraciones en favor de la poesía", aparecido en El poeta y su trabajo IV, UAP, México, 1985. El ensayo original aparece en el libro Prepositions, 1951. Pueden escuchar el audio de este poema en voz de su autor:
http://media.sas.upenn.edu/pennsound/authors/Zukofsky/SFSU_1958/Master/Zukofsky-Louis_02_The-Guest_Poetry-Center-SFSU_San-Francisco_7-2-58.mp3

sábado, 13 de abril de 2013

Robert Creeley violento

"Sí, un gran encuentro. Obviamente fue debido a que él tenía el mismo problema que yo, peleaba por ganas de pelear. Había estado en el Cedar Bar con Franz Kline y un amigo de Kline, y probablemente Fielding Dawson también estuviese ahí. Estábamos sentados en la esquina hablando y bebiendo muy relajados. Pero una vez más, yo –algo muy característico en mí- me desenganché de la conversación y empecé a apurar las cervezas o lo que fuese que estuviésemos tomando porque no salían rápido. Iba hasta la barra, bebía un trago rápido y volvía a la mesa. Los tragos empezaron a salir con regularidad y, para entonces, yo ya estaba excitado y me estaba poniendo desagradablemente borracho y volvía a la barra para pedir otro trago cuando este tipo tan sólido, tan particular, tan intenso, entró al lugar. Vino hasta la barra y casi inmediatamente hizo un gesto que me molestó: puso su vaso cerca del mío, empujándome con sólo estar ahí. Así que yo traté de afirmarme en donde estaba. Lo próximo que recuerdo es estar abalanzándonos el uno sobre el otro. Recuerdo que John, uno de los dueños, se apoyó en la barra y saltó encima para ponerse en medio de nosotros y nos dijo, “ok, muchachos,” y empezó a empujarnos a los dos, con lo cual, sin siquiera pensarlo, nos enfrentamos a él y él dijo, “vamos, muchachos, córtenla.” Luego dijo, “Muchachos, ¿ustedes se conocen?”, y nos presentó y ¡Dios! ¡Era Jackson Pollock! Acto seguido, yo estaba mostrándole fotos de mis hijos y él me decía, “Quiero ser su padrino.” Instantáneamente afable, sabes. De inmediato nos hicimos amigos y él fue muy bueno conmigo.
En esos días, recuerdo, en el Cedar Bar yo solía llevar conmigo una navaja de mano que en mis momentos de frustración y furia… – digo, nunca apuñalé a nadie, pero la podía sacar si… sabes, no creo que alguna vez haya tratado de asustar a la gente con ella, pero si todo fallaba, la navaja estaba ahí… no en el sentido de que fuese a matar a alguien, como con un arma, pero amaba esa navaja. Podías tallar cosas con ella, formar cosas y mucho más. Aparentemente, yo coqueteaba con esa navaja en el bar en algún punto y recuerdo que John me la quitó una vez diciendo “por dos semanas no vas a llevar esta navaja.” Finalmente, me prohibió la entrada al lugar. Yo le dije, “¿qué voy a hacer entonces? ¿Adónde voy a ir?” Más tarde, dejó que entrase con la condición de que bebiese solamente cerveza de jengibre, pero tan sólo porque empecé a quedarme en la puerta y a mirar adentro por la ventana. Me dejó entrar y sentarme otra vez, en tanto fuese un buen chico y tomase mi cerveza de jengibre. Más tarde me devolvió mi navaja porque esa navaja era muy… bueno, aún tengo una de ésas."

Entrevista a Robert Creeley. Paris Review, 1968.

viernes, 12 de abril de 2013

Variaciones del verano a contraviento


¡Ah verano! ¡Verano envenado!
Henri Michaux



1     casa de verano     no una veranda
       un techo alto       tranquilo
       suaves tejas        
hojas secas
        
         polvo de hojas secas



2     piedras sobre el promontorio
      
       hacia un pequeña hiedra al sur
       entre jóvenes balaustras y hojas de bambúes
       y más al fondo al prado    frutas siempre verdes
                                                     
       verdes de verano


3     intercaladas así
       como una pequeña suma
       de buenas intenciones     buenos días
       estos nudos en las piedras
       forman grietas  paredes  palabras  muros



4     variaciones del verano a contraviento
      
       fuerte y alto en la pendiente
       revuelve árboles  viento  hojas secas
                                polvo de hojas secas
       contra el granito atemperado



5     aún a contra luz
       el muro en ónix sigue siendo el mismo
       como los árboles plenos de tormenta
       y los muebles en el patio
              deponiendo la salida




lunes, 4 de marzo de 2013

mobiliario

mover la mesa
para que cambien
las palabras

a la hora
de comer

*
aquél año
el árbol de
amargo corazón
creció
unos metros

solamente
para obstruir la
ventana claridad



la conversación avanzó



en un tema tan elemental
como las piedras descubiertas

dispuestos
sobre la mesa

en un orden casi clásico
sin querer

dos alcachofas
tres cebollas blancas
una jarra de aceite
una barra de pan semejante
a una flauta dulce
   de madera

un ancho plato blanco
repleto de negras Kalamata
sobre un libro de cartas & fotos
                                    blanco & negro
                           de un poeta griego en Chipre
algunas cervezas claras
                                           y frías
como la jarra de agua
justo al centro
de la mesa

al centro