sábado, 3 de marzo de 2012

una herida sencilla

...ahora las cosas no son tan claras pero se vuelven emocionantes hasta el grado de no maldecir el futuro.
Lo cierto es la amistad, el clima, distancia, luz solar y el golpe del aire nuevamente. Algo de lluvia también en el sureste.
Hay casi siempre una herida sencilla en el día: cuando descubro que no soy un árbol plantado a un costado de otro cuerpo. Que no hay ramas altas de castaños. Ciertos frutos.
De lejos los viñedos de la tierra caliza. ah Cuánta esperanza! Sus raíces, quiero decir, son más profundas que mis hábitos aunados a sus hábitos.
Nos conocimos en un tiempo afín a los viñedos. Siempre es verano entonces, cuando pienso en ella.
Todo es un verano entonces.
No la piedra frena las intenciones de los árboles. No un verano. Ni las hachas afiladas para el invierno.
Ni el jugo de los frutos rojos, ni las notas cítricas, ni la muchacha que me toma de la mano como las notas cítricas, nada es una herida sencilla.

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