domingo, 25 de octubre de 2009

Kariva

Después de un año y algunos meses regresé con ella al café donde nerviosamente tuvimos nuestra primera cita. Algo, además de los cuadros en la pared y el olor a comino justo en la entrada, me sugirió que no se trataba del mismo café.
Volví a pedir el mismo té. Volví a sentir los mismo nervios. Los mismos nervios y el té, siempre recurrentes a la aparición de Adriana.
El café es muy pequeño debido a que está en una calle que hace cuña con otra, formando una cuadra triangular; todo en su interior tiene proporciones casi diminutas: las mesas redondas en las que apenas caben un par de codos, un par de tasas y un plato. En el pequeño mostrador se exhiben docenas de variedades de té, que junto con las frutas hacen posible las más retorcidas combinaciones de tisanas (y ahora siento la necesidad de beber de nuevo té negro de los ojos de Adriana).
Cuando me acomodé en la mesa, ya un poco más aclimatado al lugar, de cerca la carta me pareció adecuada a las proporciones de todo lo que estaba allí: un pequeño librito de hojas tan delgadas, amontonadas entre sí que daban la impresión de ser una biblia de bolsillo con hojas de de papel de china; pero al abrir la pequeña biblia me di cuenta de que las posibilidades de ordenar eran infinitas. Las recetas parecían más bien poemas, que de vez en vez recurrían a colores secos, tiempos de reposo, y recipientes que acentúan el sabor.
Del mostrador salió la mesera a recibirnos después de una hora de confusas decisiones , cosa que no me molestó en lo absoluto, ni siquiera Adriana se molestó, al contrario, coincidimos que nos faltó tiempo para decidir entre todo el laberinto de yerbas innombrables, semillas, y frutas desconocidas. La mesera no nos presionó. Se sentó con nosotros y nos contó, mientras retomábamos la carta, que no mucho tiempo atrás un anciano invirtió casi dos semanas en decidir la tercera taza de té.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Quien más podría comentar? ¿quien más podría ir a Kariva?
Es rarisimo verte de lejos, ver lo que algún día fue de mi. Me alegro y muchisimo!


ps. Ya charlaremos, basta de msn. Un té en la mesa, dos sillas y una esquina, me parecen mejor opción.