jueves, 28 de enero de 2010

Más sobre los objetos y los libros: algo sobre Pepe Maya y mi tormento en radio UV

No todos tienen que saber que debido a mi servicio social universitario, cada martes durante un año, y con poca regularidad de participación porque luego llueve y a mis zapatos se les mete el agua, comento libros editados por la Universidad Veracruzana. Los libros que comento en un espacio de entre 5 y 7 minutos pertenecen específicamente a dos colecciones: “biblioteca del universitario” y “Sergio Pitol Traductor”; es obvio que mi haraganería no me ha permitido comentar las colecciones completas, no porque no me gusten si no porque me he negado a leer novelas sin darme cuenta que por un año he leído en su mayoría novelas (en realidad estoy hablando en proporción a los libros de poesía que leo por vez primera, no cuento las relecturas).
Mi participación en radio UV (me faltan 3 programas yuuupi) se limita al comentario expres de dichos libros, y no a una participación “abierta” en este programa “cultural” y de “divulgación” siempre y cuando tenga relación con la universidad en todos su ámbitos(desde allí me invitaron a la presentación de un libro en la FILU). Es importante que mencione que no tengo una participación libre en ese programa, pues pienso que no tendría por qué tenerla si ya sabía que se trataba de un ambiente gerontocrático; pero algunas veces salgo tan molesto que desearía no haber entrado a prestar mis servicios gratuitos de un chavalin inexperto que soy, pero en verdad bien vale la pena que me dieran un varo por aguantar tantas mamadas que se dicen en ese programa.(aquí aclaro que de parte de algunos invitados [yo también he sido invitado])
La dinámica es la siguiente: cada martes a las 6 pm, el programa se abre con una recitación de las fechas más importantes del día, para después hacer hablar a un invitado siempre y cuando tenga nexos con la UV (es curiosa la forma que la UV se regodea en sus propios órganos “informativos”. Vean UNIVERSO el diario de los universitarios) y hable de las maravillas que ofrece nuestra universidad.
La última vez que estuve en el programa asistió el pintor Pepe Maya; un tipazo la verdad. Me cayó muy bien, no me pareció pretencioso ni falso, aunque no supe cómo interpretar en un primer momento el paquete de libros que llevó para mostrar en cabina; libros ilustrados por él: antologías de poetas tabasqueños, cuadernos de ilustración, revistas, y otras curiosidades (y no hablo con resentimiento porque a los conductores del programa les haya regalado un libro de sus ilustraciones). Pensé que era un presumido, pero resultó ser un compartido pues planea hacer de su casa en Xico un museo en sitio, para que cada domingo los curiosos y "amantes del arte" asistan a ver las pinturas e ilustraciones que sus amigos le han regalado a lo largo de toda su vida, entre ellos José Luis Cuevas); todo será gratuito, y la verdad es que se me hace un buen detalle, porque eso implicaría ir a su casa y disfrutar de Xico, y comer hongos, aunque tendría que ser en temporada de lluvia chavos.
Al grano, Pepe Maya fue invitado para comentar su trabajo como grabador en un “libro” del poeta tabasqueño Dionicio Morales. "El libro" de ese poeta es de unos 30 por 40 centímetros; con forro en yute verde olivo es más bien una caja con tapas duras, cuyos bordes internos son de madera (creo que era cedro), la colección de esos poemas se llama EL ÚLTIMO CANTO DEL CISNE, anteriormente ilustrado por José Luis Cuevas, y editado por la UNAM.
En ese programa lo que molestó, y me sigue molestando hasta hoy, es que se regodearon de que trabajos como esos son realidad un incentivo a la lectura, y a la edición de libros*; en algún momento Maya preguntó que si se podían decir precioso al aire, cuando le contestaron que sí, dijo titubeando: “cuesta 35 mil pesos", y a mí se me salió un chisguete de la vergüenza.
“El libro” contiene siete grabados “originales” alusivos a los poemas realizados (y recalcó: “firmados”) por Maya, por lo que vienen sueltos dentro de esa caja, dando al comprador la posibilidad de enmarcarlos y ponerlos en su baño o cocina. Maya comentó que se trata de una regresión a la edición de libros, es decir un esfuerzo artesanal, un esfuerzo al estilo medieval.
En realidad “el libro” y el esfuerzo para producirlo se me hacen dignos de mención; el papel es de primera calidad (un papel francés digo Pepe), sólo que los grabados me causan problemas ya que cada “libro” contiene 7 grabados, y los poemas pueden pasar debido a esto, sin pena ni gloria; el inconveniente más grande es que encuentro es que se fabricaron 40 libros, eso quiere decir que cada libro contiene 7 grabados iguales, y entonces se pierde la esencia que un comprador de arte le imprime a su dinero y a su gusto refinado por lo orginal(jaja). En realidad el libro de poesía va dirigido a compradores de artes y coleccionistas de objetos caros,y pienso que no hay diferencia con las ediciones lujosas, en piel y con relieves dorados que adornan las casas de los políticos y que son pagadas por los bancos. Quizás yo me sentí ofendido porque se trataba de “un libro” de poesía, en el que lo que menos importa es la poesía, y en el que la repetición de los grabados nulifica su existencia como pieza única.original, precisamente porque hay 7 grabados que se repiten 40 veces, pero esí sí, todos firmados a mano y a lápiz. Cómo te sentirías al pagar un cuadro de Cuevas que cuesta 100 mil varos, si el tipo hace otros 20 igualitos, y al mismo precio, o más baratos.


Estas ilustraciones son de Jose Luis Cuevas.




*y a la poesía, aunque nunca hablen de poesía, mucho menos que la UV cuente con una colección de poesía.
**ayer 9 de marzo, me enteré que sí existe un fondo de poesía para nuevos o jóvenes poetas, y está ubicado dentro de la colección ficción breve.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo contigo en lamentar e incluso sentir rabia frente a este sentido de la poesía como algo faraónico y momificable Un libro como objeto de arte es válido porque incluso hay muchas ediciones que son pensandas así Juan Luiz Martínez escogía a los que iban a comprarle su libro La Nueva Novela que es una edición hermosa. Pero en este caso como bien comentas este libro solamente tiene una intención comercial, de sarcófago: venderlo a quien pueda pagarlo. Por lo demás el hermetismo que comentas es parte de ese ninguneo, de ese silenciamiento, de esa obesidad que hace que la poesía se esté desplazando en otros ríos.

Erre Sousa dijo...

Mi estimado Isvi, no comentaré sobre como los poemas pasan inadvertidos, entiendo tu enojo. Un escritor no escribe libros, escribe textos; un libro es un contenedor accidental de textos, dice Ulises Carrión. Que los grabados sean un incentivo a la lectura es una mamada.

Los grabados y las litografías no son esfuerzos al estilo medieval, aunque buena parte de esfuerzo técnico y habilidad manual y visual se necesita para producirlos, y la calidad y texturas de un grabado son diferentes a los de una impresión digital, lo cual no significa que una técnica de impresión sea mejor que la otra. La idea de un grabado es que se puedan hacer múltiples impresiones, aunque de un tiraje reducido y cada una de éstas impresiones está firmada por el artista y tiene una nomenclatura que indica que número de reproducción es sobre el tiraje total. Al ser una impresión proveniente de una matriz originaria reduce su precio considerablemente.
Es decir:
Es una tontería que siete grabados de pequeño formato de ese vejestorio cueste 35,000 pesos, un grabado de tamaño mediano cuesta en promedio (salvo un Cuevas de gran formato, o de algun artista conocido internacionalmente) máximo 5,000 pesos. Pero bueno, así son nuestras estrellas del cementerio artístico xalapeño que ya quisieran ser medievales, pero sí tienen mucho de ignorantes y pretenciosos.

Otra cosita, José Luis Cuevas rara vez pinta (corre la leyenda de que es daltónico), y usualmente sus dibujos son grabados o litografías, es decir, los reproduce unas cien veces y vende una de estas copias ocho veces más barato de lo que supones. Uno al comprar un grabado sabe que es una impresión y que existen cien o treinta imágenes iguales colgadas en alguna otra pared.