martes, 19 de mayo de 2009

La vida de la muerte de Picaso

El ensayo, como ya se sabe, es capaz de engullir todo tipo de temas bajo cualquier forma para devenir en un sinfín de fondos. En la actualidad no es difícil asociar al ensayo como género literario incapaz de entrar en un género literario, si por ejemplo pensamos las últimas obras de Sergio Pitol y Enrique Vila-Matas; escritores “excéntricos” cuya producción ha dado resultados “híbridos” en la literatura escrita en nuestra lengua; con obras como El arte de la fuga (1996), y El viento ligero en Parma (2004) respectivamente, mismas que se difuminan y amalgaman entre la bitácora de viaje, la memoria, la ficción, la confesión y la crítica literaria, el ensayo adquiere nuevas posibilidades de lectura y de concepción.
Lo anterior atañe a literatura hispanoamericana de nuestros días, sin embargo, nacido en Estados Unidos, ensayista, ilustrador, crítico, traductor, poeta, narrador y maestro, Guy Davenport (1927-2005) a mi parecer con La muerte de Picasso(1985) conforma una obra híbrida inserta en la literatura norteamericana contemporánea.
La muerte de Picasso avanza entre el diario, la poesía, el ensayo, la reflexión filosófica y la crítica pictórica trazando figuras opuestas (mas no antagónicas) que se complementan: Van Gogh y Gauguin / Jean-Marc Gaspard de Itard y Victor (El niño de Aveyron), son claras presencias cuyas relaciones son clave para comprender la naturaleza íntima y la naturaleza de la relación entre el filosofo Adriaan van Hovendal y el joven Sander.
Fechado en 1973 y regido bajo el Calendario Republicano Francés (utilizado originalmente entre 1792 y 1806), La muerte de Picasso registra 46 entradas que se desarrollan en la primavera (Germinal, Floréal y Prairial); donde Floréal , temporada en la que la vida renace, las especies se buscan instintivamente y descubren su naturaleza, es la más abundante en entradas al diario; Entre van Hovendal, eminente filósofo y Sander, entregado al placer, se hace presente la figura del maestro y el alumno, con la explicita posibilidad aleccionadora de que éste último ocupe el lugar del alumno, y el nuevo maestro no tenga conciencia de su sabiduría.
Ante esta posibilidad, van Hovendal podrá encontrar en Sander y el clima que los rodea en la isla, las condiciones idóneas para dar ilación natural a su libro de ensayos sobre La naturaleza de la naturaleza muerta; que escribe al mismo tiempo que discurre entre la fascinante amistad en constante tensión entre van Gogh y Gauguin, y la relación intuitiva entre Gaspard de Itard y Victor, el salvaje; Van Hovendal gasta los días asociando esas uniones a su propia naturaleza en convivencia con Sander.
La literatura tiende puentes a las figuras de otras épocas, como el viejo y el joven (contemplador y contemplado/ el maestro y el alumno); recordemos la relación por contemplación que se da entre von Aschenbach y Tadzio, en Muerte en Venecia de Thomas Mann; o la relación (a)moral entre Dorian Gray y Lord Henry Wotton, en El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde; y la relación erótica entre Humbert Humbert y Lolita, en Lolita, de Nabokov. Con La muerte de Picasso se tiende un puente a través de von Hovendal y Sander a todas estas obras que forman parte de la nueva clásica literatura.


Davenport, Guy. La muerte de Picasso. México: Verdehalago/ Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapas, 2000.

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